¡A las armas!
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La Iglesia de Cristo ha enfrentado, enfrenta y enfrentará oposición de parte de su máximo enemigo que es Satanás y los que odian el cristianismo. Sin embargo, Cristo ha prometido que ni aún la muerte tendrá poder contra ella. Dios hará que la Iglesia siempre prevalezca. La Iglesia debe estar vigilante contra las asechanzas del enemigo. Mientras trabaja y sirve a Dios, debe mantenerse velando en oración mientras se esfuerza por proclamar el mensaje de salvación en Cristo. Dios le ha dado dos armas poderosas a la Iglesia: la oración y la Biblia.
Nehemías 3.1-4.23, BTX
“1Entonces el sumo sacerdote Eliasib se levantó con sus hermanos los sacerdotes, y reedificaron la puerta de las Ovejas. Ellos mismos consagraron y levantaron las puertas, desde la torre Hamea hasta la torre Hanan-’El. 2Y junto a él reedificaron los varones de Jericó, y a su lado también reedificó Zacur ben Imri. 3Y los hijos de Senaa reedificaron la puerta de los Peces, y ellos mismos la enmaderaron y colocaron sus puertas, sus cerraduras y sus barras. 4Junto a ellos reparó Meremot ben Urías, hijo de Cos, y junto a ellos restauró Mesulam ben Berequías, hijo de Mesezabeel, y a su lado reparó Sadoc ben Baana. 5Junto a ellos repararon los tecoítas, pero sus nobles no doblegaron su cerviz ante la obra de su Señor. 6La puerta Antigua fue reparada por Joiada ben Pasea, y Mesulam ben Besodías. Ellos mismos la enmaderaron y asentaron sus puertas, y colocaron sus cerraduras y sus barras.7Junto a ellos repararon Melatías gabaonita y Jadón meronotita, hombres de Gabaón y de Mizpa, según la autoridad del gobernador de Más Allá del Río. 8Al lado de ellos reparó Uziel ben Harhaya, uno de los orfebres, y junto a él hizo reparaciones Hananías, hijo de los perfumistas. Así restauraron Jerusalem hasta el muro ancho.9Junto a ellos hizo reparar Refaías ben Hur, intendente de la mitad del distrito de Jerusalem. 10Y junto a ellos reparó Jedaías ben Harumaf, hasta el frente de su casa, y a su lado reparó Hatús ben Hasabnías. 11Malquías ben Harim y Hasub ben Pajat-moab, repararon el otro tramo y la torre de los Hornos. 12Junto a ellos reparó Salum ben Halohes, intendente de la otra mitad del distrito de Jerusalem, él y sus hijas. 13La puerta del Valle la reparó Hanún con los habitantes de Zanoa; ellos la construyeron y colocaron sus puertas, sus cerraduras y sus barras, y además mil codos del muro hasta la puerta del Muladar. 14Malquías ben Recab, jefe del distrito de Bet-haquerem reparó la puerta del Muladar; él mismo la reedificó y colocó sus puertas, sus cerraduras y sus barras. 15Y Salum ben Colhoze, jefe de la región de Mizpa, reparó la puerta de la Fuente; él la reedificó, la enmaderó y colocó sus hojas, sus cerraduras y sus barras; edificó también el muro junto al estanque de Siloé, hacia el jardín del rey, hasta las gradas que descienden de la Ciudad de David. 16Después de él, Nehemías ben Azbuc, jefe de la mitad del distrito de Bet-sur, reparó hasta frente a los sepulcros de David, y hasta el estanque artificial, y hasta la Casa de los Valientes. 17Tras él repararon los levitas: Rehum ben Bani, junto al cual reparó Hasabías, jefe de la mitad del distrito de Keila, por cuenta de su distrito. 18Detrás de él repararon sus hermanos, y Bavay ben Henadad, jefe de la otra mitad de Keila. 19Y junto a él, Ezer ben Jesuá, jefe de Mizpa, reparó el otro tramo, frente a la subida de la Armería, junto al ángulo entrante del muro. 20Tras él, Baruc ben Zabay se apresuró a reparar el tramo que va desde este ángulo hasta la puerta de la casa de Eliasib, el sumo sacerdote. 21Tras él, Meremot ben Urías, hijo de Cos, reparó otro tramo desde la entrada de la casa de Eliasib hasta el extremo de la casa de Eliasib. 22Detrás de él repararon los sacerdotes procedentes de la llanura. 23A continuación de ellos repararon Benjamín y Hasub, frente a su casa, y tras éstos reparó Azarías ben Maasías, hijo de Ananías, junto a su propia casa. 24A continuación, Binúi ben Henadad, reparó otro tramo desde la casa de Azarías hasta el ángulo entrante del muro, y hasta la esquina.25Palal ben Uzay reparó frente al ángulo y la torre elevada que sobresale de la casa del rey, que está en el patio de la cárcel; y tras él, Pedaías ben Faros. 26También los netineos, establecidos en Ofel, repararon hasta enfrente de la puerta de las Aguas, al oriente de la torre que sale hacia fuera. 27Detrás de ellos los tecoítas repararon otro tramo, desde frente a la torre grande que sobresale, hasta el muro de Ofel. 28Más arriba de la puerta de los Caballos repararon los sacerdotes, cada uno frente a su casa. 29Detrás de ellos reparó Sadoc ben Imer, frente a su casa; y tras él reparó Semaías ben Secanías, guarda de la puerta Oriental. 30Y tras él, Hananías ben Selemías reparó otro tramo junto con Hanún, sexto hijo de Salaf, y tras éste reparó Mesulam ben Berequías, frente a su casa. 31Detrás de él reparó Malquías, hijo del platero, hasta las casas de los netineos y de los mercaderes, enfrente de la puerta del Mifcad, y hasta la subida de la esquina; 32y entre la subida de la esquina y la puerta de las Ovejas repararon los plateros y los mercaderes.” —Nehemías 3.1–32, BTX
“1Pero sucedió que cuando Sanbalat se enteró que estábamos reconstruyendo el muro, se indignó en gran manera, y burlándose de los judíos, 2habló ante sus hermanos y el ejército de Samaria diciendo: ¿Qué pretenden estos miserables judíos? ¿La han de restaurar para sí? ¿Sacrificarán? ¿Acabarán en un día? ¿Harán revivir las piedras de los montones de escombros, viendo que están consumidas? 3Y Tobías amonita, que estaba junto a él, dijo: ¡Hasta una zorra, si sube allí, podría derribar el muro de piedra que están construyendo! 4¡Oye, oh Dios nuestro, cómo somos menospreciados! ¡Haz recaer sus ofensas sobre su propia cabeza, y entrégalos al despojo en tierra de cautiverio! 5¡No cubras su iniquidad, ni sea borrado su pecado delante de tu presencia, porque te han provocado a ira delante de los que edifican! 6Reedificamos pues el muro, y toda la muralla quedó rehecha hasta media altura, y el pueblo tuvo ánimo para trabajar. 7Pero cuando Sanbalat y Tobías y los árabes y los amonitas y los de Asdod oyeron que la reparación de los muros de Jerusalem avanzaba, y las brechas comenzaban a cerrarse, se encolerizaron en gran manera, 8y todos a una se confabularon para venir a atacar Jerusalem y causarle daño. 9Pero nosotros oramos a nuestro Dios, y nos pusimos en guardia contra ellos día y noche. 10Y los de Judá dijeron: Desfallecen ya las fuerzas de los cargadores, y los escombros son muchos, por lo que no seremos capaces de reedificar el muro. 11Y nuestros enemigos se decían: Ellos no lo sabrán ni lo verán, hasta que caigamos entre ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra. 12Pero cuando llegaron los judíos que habitaban cerca de ellos, nos decían hasta diez veces: De todos los lugares a los que os volváis, caerán sobre nosotros.13Por lo cual aposté en los lugares bajos, detrás del muro y en los claros a la gente, por familias, con sus espadas, sus lanzas y sus arcos. 14Y miré, y me levanté y dije a los principales y a los prefectos y al resto del pueblo: ¡No temáis ante ellos! ¡Acordaos de Adonay, grande y prodigioso, y luchad por vuestros hermanos, por vuestros hijos y vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas! 15Y sucedió que cuando nuestros enemigos se enteraron que habíamos sido advertidos, [el Señor] desbarató sus planes, y todos nosotros pudimos regresar al muro, cada uno a su obra. 16Y desde aquel día, aconteció que la mitad de mis servidores trabajaba en la obra y la otra mitad sostenía las lanzas, los escudos, los arcos y las corazas; y los jefes estaban detrás de toda la estirpe de Judá. 17Los que trabajaban en el muro y los que acarreaban las cargas, con una mano trabajaban en la obra y con la otra empuñaban la jabalina. 18En cuanto a los constructores, cada uno llevaba su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que soplaba el shofar estaba junto a mí. 19Pues yo había dicho a los principales, a los prefectos y al resto del pueblo: La obra es mucha y extensa, y nosotros estamos esparcidos por el muro, lejos los unos de los otros. 20Dondequiera que oigáis el sonido del shofar, reuníos desde allí junto a nosotros. ¡Nuestro Dios peleará por nosotros! 21Así trabajábamos en la obra: la mitad de ellos empuñaban las lanzas, desde el despuntar del alba hasta que salían las estrellas. 22También en ese tiempo hablé al pueblo: Cada uno pernocte con su criado dentro de Jerusalem, para que nos sirvan de guardia de noche, y de día en la obra. 23Y ni yo, ni mis hermanos, ni mis servidores, ni los hombres de la guardia que me seguía, nos despojamos de nuestros vestidos, y cada uno tenía su recipiente de agua.” —Nehemías 4.1–23, BTX