Del lamento a la adoración (parte 2)
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Desde la caída en el pecado por parte de nuestros primeros padres Adán y Eva, la humanidad no puede adorar a Dios a través de la obediencia de sus mandamientos, al contrario, la humanidad aborrece la palabra y los mandamientos de Dios. “Adoración no es adoración cuando refleja la cultura alrededor de nosotros mas que el Cristo dentro de nosotros”. -A. W. Pink
Si nos descuidamos y dejamos de adorar a Dios amando su Palabra, la cultura está lista para atraparnos, dominarnos y oprimirnos. El mundo de pecado ejerce una fuerte presión apelando a nuestra condición caída para esclavizarnos por medio de las tentaciones y el pecado que nos ofrece. Nosotros por naturaleza somos esclavos del pecado. Y esa es la necesidad urgente que tenemos de un Libertador para que nos libre de la esclavitud y la tiranía del pecado. Ese Libertador es Cristo, la Palabra hecha carne. Solo de esta forma nuestra adoración puede reflejar al Cristo dentro de nosotros.
Nehemías 9.1-37, BTX IV
“1El día veinticuatro del mismo mes, los hijos de Israel se reunieron ayunos, con saco y ceniza sobre ellos. 2Y los del linaje de Israel se separaron de todos los extranjeros y confesaron sus pecados y las iniquidades de sus padres. 3Y puestos de pie en su lugar, leyeron en el rollo de la ley de Yhvh su Elohim la cuarta parte del día, y durante otra cuarta parte hicieron confesión y se postraron ante Yhvh su Elohim. 4Luego subieron al estrado de los levitas, Jesúa, Bani, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Bani y Quenani, y clamaron a gran voz a Yhvh su Elohim. 5Y los levitas Jesúa, Cadmiel, Bani, Hasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías dijeron: ¡Levantaos y bendecid a Yhvh vuestro Elohim desde la eternidad hasta la eternidad! ¡Bendigan tu Nombre glorioso, y sea exaltado más que toda bendición y alabanza! 6¡Tú solo eres Yhvh! Tú hiciste los cielos, los Cielos de los cielos y toda su hueste, la tierra y cuanto hay en ella, los mares y todo lo que contienen. Tú das vida a todo ello, y las huestes de los cielos se postran ante Ti. 7¡Oh Yhvh!, Tú eres Ha-Elohim que escogiste a Abram, a quien sacaste de Ur de los caldeos y le pusiste por nombre Abraham, 8y hallaste que su corazón te era fiel, e hiciste un pacto con él para darle la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, y del ferezeo, y del jebuseo y del gergeseo, para darla a su simiente cumpliendo tu palabra, porque Tú eres justo.9Luego viste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y escuchaste su clamor junto al mar de los Juncos, 10e hiciste señales y maravillas delante de Faraón y de todos sus siervos y en todo el pueblo de su tierra, porque sabías que habían obrado con soberbia contra ellos, y te hiciste renombre, como en este día. 11Y partiste el mar delante de ellos, y pasaron en seco por el medio del mar, mientras que a sus perseguidores los lanzaste en las profundidades, como una piedra, a las aguas violentas. 12De día los guiaste con columna de nube, y de noche con columna de fuego, para alumbrarles el camino por donde habían de ir. 13Después descendiste sobre el monte Sinai y hablaste con ellos desde los cielos, y les diste preceptos justos y leyes verdaderas, estatutos y mandamientos buenos. 14Y les diste a conocer tu santo shabbat, y les prescribiste mandamientos, estatutos, y una ley, por la mano de Moisés tu siervo. 15En su hambre les diste pan del cielo, y en su sed les sacaste aguas de la peña, y les dijiste que entraran a poseer la tierra por la cual alzaste tu mano para dársela. 16Pero ellos y nuestros padres obraron con soberbia y endurecieron su cerviz, y no escucharon tus mandamientos. 17Rehusaron escuchar, y no tuvieron presente las maravillas que hacías entre ellos, sino que endurecieron su cerviz, y en su rebelión designaron a un caudillo que los volviera a su esclavitud. Pero Tú eres Eloah, presto al perdón, clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en misericordia, y no los abandonaste, 18ni aun cuando se hicieron un becerro fundido y dijeron: ¡Estos son tus dioses que te hicieron subir de Egipto! cometiendo grandes abominaciones. 19Pero Tú, por tus muchas misericordias, no los abandonaste en el desierto: la columna de nube no se apartó de ellos para guiarlos por el camino de día, ni la columna de fuego para alumbrarles el camino por el cual debían andar durante la noche. 20Y diste tu buen Espíritu para instruirlos, y no retuviste tu maná de su boca, y les diste agua para su sed. 21Sí, los sustentaste cuarenta años en el desierto: no tuvieron necesidad, sus vestidos no se desgastaron ni se hincharon sus pies. 22Les diste reinos y pueblos, y los distribuiste por regiones, y se adueñaron de la tierra de Sehón, es decir, la tierra del rey de Hesbón, y de la tierra de Og rey de Basán. 23Multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo, y los introdujiste en la tierra que dijiste a sus padres que llegarían a poseer. 24Y los hijos vinieron y poseyeron la tierra, y ante ellos humillaste a los moradores de aquella tierra, los cananeos, a los cuales entregaste en su mano, con sus reyes y los pueblos de la tierra, para que hicieran con ellos como quisieran. 25Así capturaron ciudades fortificadas y una tierra fértil, y poseyeron casas llenas de todo bien, cisternas excavadas, viñas y olivares y frutales en abundancia, de modo que comieron y se hartaron y engordaron y se deleitaron en tu gran bondad. 26Aun así, desobedecieron y se rebelaron contra Ti, y echaron tu ley tras sus espaldas, y asesinaron a tus profetas que testificaban contra ellos para acercarlos a Ti, e hicieron grandes abominaciones. 27Por eso Tú los entregaste en mano de sus enemigos, quienes los afligieron; pero en el tiempo de su aflicción clamaron a Ti, y Tú los escuchaste desde los cielos, y según tus muchas misericordias, les diste libertadores que los libraran de mano de sus enemigos. 28Pero cuando tenían reposo, volvían a hacer lo malo delante de Ti, y Tú los entregabas en mano de sus enemigos, los cuales se enseñoreaban de ellos. Después se arrepentían y clamaban a Ti, y Tú los escuchabas desde los cielos, y así los librabas muchas veces según tus misericordias. 29Testificaste contra ellos para que se volvieran a tu ley, pero fueron arrogantes y no escucharon tus mandamientos, sino que pecaron contra tus preceptos, por los cuales vive el hombre que los cumple, y volvieron obstinadamente la espalda, y endurecieron su cerviz, y no quisieron escuchar. 30Pero Tú continuaste a favor de ellos muchos años, y testificaste contra ellos mediante tu Espíritu por mano de tus profetas, pero no dieron oído; por eso los entregaste en mano de los pueblos de la tierra. 31Pero por tus muchas misericordias no los exterminaste ni los abandonaste, porque eres un Dios clemente y misericordioso. 32Ahora pues, ¡oh Elohim nuestro! ¡Oh Ha-Gadol!, poderoso y terrible, que guardas el pacto y la misericordia: No tengas en poco toda la calamidad que nos ha sobrevenido a nosotros, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes, a nuestros profetas, a nuestros padres y a nuestro pueblo entero, desde los días de los reyes de Asiria hasta este día. 33Tú has sido justo en todo lo que nos ha sobrevenido, porque has actuado fielmente, pero nosotros hemos actuado perversamente. 34Porque nuestros reyes, nuestros gobernantes, nuestros sacerdotes y nuestros padres no ejecutaron tu ley ni atendieron tus mandamientos ni tus testimonios, con los cuales testificaste contra ellos. 35Porque no te sirvieron en su reino, y en tu inmenso bien que les concediste en la tierra espaciosa y fértil que pusiste ante ellos, ni se arrepintieron de sus malas obras. 36Por eso, ¡henos aquí esclavos en la misma tierra que diste a nuestros padres para comer su fruto y su bien! He aquí, esclavos somos en ella, 37pues a causa de nuestros pecados, su cosecha se multiplica para los reyes que impusiste sobre nosotros, quienes se enseñorean sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras bestias conforme a su voluntad, y estamos en gran aflicción.”