Confrontados
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Todos necesitamos ser confrontados con la verdad de Dios. Ya sea para creer en Cristo, o para un creyente como disciplina o amonestación para abandonar ciertos pecados.El problema es que ser confrontados normalmente no nos gusta; nos enoja, nos molesta, nos incomoda, nos irrita. Y esa es nuestra respuesta natural porque después del pecado, el hombre prefirió huir y esconderse de Dios y de su verdad antes que enfrentar con responsabilidad su desobediencia. Sin embargo, Dios en su gracia ha provisto de hombres como Nehemías que confrontan con verdad y con justicia por amor al Señor y por amor a sus hermanos. Hoy, en el capítulo 13 vemos que los israelitas habían fallado al pacto del Señor y cómo Nehemías no es indiferente y aborda el problema de la desobediencia de sus paisanos corrigiéndolos y confrontándolos enérgicamente por el bien de ellos y para la gloria de Dios. Ustedes deben reconocer que necesitan ser confrontados y corregidos con las Escrituras para caminar en rectitud, amor y obediencia al Señor. Hoy seguramente diré palabras que los van a incomodar. Es probable que se enojen conmigo, pero veo la necesidad de que la verdad sea dicha y expuesta en temor a Dios y sin miedo a ustedes. Y estoy seguro que toda confrontación desde las Escrituras es una clara demostración del amor de Dios y de mi amor por ustedes, aunque quizá no se aprecie así.
Nehemías 13.1-31, BTX
“1Aquel día se leyó en el rollo de Moisés a oídos del pueblo, y se encontró escrito en él que los amonitas y moabitas no debían entrar jamás en la congregación del Señor, 2porque no habían salido a recibir a los hijos de Israel con pan y agua, sino que alquilaron a Balaam contra ellos para que los maldijera, pero nuestro Dios convirtió la maldición en bendición. 3Por lo que, al escuchar la ley, excluyeron de Israel a todo extranjero. 4Pero antes de esto, el sacerdote Eliasib, encargado de la cámara de la Casa de nuestro Dios, había emparentado con Tobías, 5y le había preparado un gran aposento donde antes se depositaban las ofrendas vegetales, el incienso, los vasos, y los diezmos del grano, del vino nuevo y del aceite, prescrito para los levitas, cantores y porteros, así como la ofrenda para los sacerdotes. 6Durante todo esto, yo no estaba en Jerusalén, porque en el trigésimo segundo año de Artajerjes rey de Babilonia había ido ante el rey. Al cabo de algún tiempo pedí permiso al rey, 7y regresé a Jerusalén, donde me percaté del mal que había hecho Eliasib a favor de Tobías al prepararle un aposento en los atrios de la Casa del Señor. 8Y eso me indignó sobremanera, por lo que hice sacar todas las pertenencias de Tobías fuera de la cámara. 9Y ordené que limpiaran las cámaras, y dispuse que restituyeran allí los utensilios sagrados de la Casa del Señor, con las ofrendas vegetales y el incienso. 10Advertí también que a los levitas no les habían sido dadas sus porciones, de manera que los levitas y los cantores, en vez de cumplir sus tareas, habían huido cada uno a su campo. 11Entonces recriminé a los prefectos, y dije: ¿Por qué está abandonada la Casa de Dios? Y los reuní y los coloqué en su puesto. 12Y todo Judá trajo el diezmo del grano, del vino nuevo y del aceite, a la tesorería. 13Y puse por tesoreros a cargo de los depósitos al sacerdote Selemías y al escriba Sadoc, y de los levitas a Pedaías. Junto a ellos estaba Hanán ben Zacur, hijo de Matanías, porque eran considerados fieles, y les correspondió repartir entre sus hermanos. 14¡Acuérdate de mí por esto, oh Dios mío, y no borres mis buenas obras que he hecho para la Casa de mi Dios y por su cuidado! 15En esos días vi en Judá a unos que pisaban lagares en shabbat y traían gavillas cargadas sobre asnos, y que traían a Jerusalén también vino y uvas e higos, y toda clase de carga en día shabbat. Y protesté a causa del día en que vendían las provisiones. 16Vivían allí también hombres de Tiro, los cuales traían pescado y otras mercancías que vendían en shabbat a los naturales de Judá en Jerusalén. 17Entonces reprendí a los nobles de Judá y les dije: ¿Qué significa esta mala acción que hacéis, profanando así el día del shabbat? 18¿No hicieron así vuestros padres, y nuestro Dios trajo toda esta desgracia sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¡Y vosotros aumentáis la ira divina contra Israel al profanar el shabbat! 19Y aconteció que en la víspera del shabbat, cuando iba anocheciendo a las puertas de Jerusalén, ordené que las puertas fueran cerradas hasta pasar el shabbat, y emplacé a algunos de mis servidores sobre las puertas para que no entrara carga alguna en día de shabbat. 20Pero los mercaderes y vendedores de toda esa suerte de mercancías pasaron la noche fuera de Jerusalén una y dos veces. 21Entonces yo les advertí y les dije: ¿Por qué pernoctáis frente al muro? Si lo hacéis otra vez, os echaré mano. Desde ese tiempo no vinieron más en shabbat. 22Por otra parte, ordené a los levitas que se purificaran y acudieran a guardar las puertas para santificar el día del shabbat. ¡Acuérdate de mí también por esto, oh Dios mío, y considérame conforme a la inmensidad de tu misericordia! 23En aquellos días pude ver también que algunos judíos cohabitaban con mujeres asdoditas, amonitas y moabitas, 24y sus hijos hablaban a medias el lenguaje asdodita y no podían hablar bien el idioma de los judíos, sino conforme a la lengua de aquellos pueblos. 25Y contendí con ellos y los maldije, y castigué a algunos de ellos, y les arranqué los cabellos, y les hice jurar por Dios, diciendo: No daréis vuestras hijas a sus hijos, ni tomaréis de sus hijas para vuestros hijos ni para vosotros. 26 ¿No fue acaso por eso mismo que pecó Salomón rey de Israel? Y aunque entre muchas naciones no hubo rey como él, y fue amado por su Dios, y Dios lo hizo rey sobre todo Israel, sin embargo, aun a él, lo hicieron pecar mujeres extranjeras. 27 ¿Haremos entonces como vosotros este gran mal prevaricandocontra nuestro Dios, al cohabitar con mujeres extranjeras? 28Y ahuyenté de mi lado a uno de los hijos de Joiada, hijo del sumo sacerdote Eliasib, porque era yerno de Sanbalat horonita. 29¡Acuérdate de ellos, oh Dios mío, porque profanaron la investidura sacerdotal y el pacto del sacerdocio y de los levitas! 30Así los purifiqué de todo lo extranjero, y establecí las funciones para los sacerdotes y los levitas, cada uno en su obra, 31así como para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados, y para las primicias. ¡Oh Dios mío, acuérdate de mí para bien!”