La ira del Dios pródigo
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La ira de Dios es una verdad perturbadora. Para muchos es difícil concebir que un Dios tan lleno de amor, gracia, bondad y misericordia pueda actuar con ira. La sola mención de la ira de Dios produce incomodidad e incluso incredulidad en las personas. Pero eso no anula el hecho de que la ira de Dios es una realidad ahora mismo.
Tal es la ceguera que produce nuestra maldad, que todos hemos vivido nuestras vidas desapercibidos e inconscientes de que hemos sido recipientes merecedores de la ira de Dios. Sin embargo, ante esa realidad, Dios mismo ha provisto a Jesucristo como el medio y la esperanza para librar pecadores de su propia ira y condenación.
Si quizá aún como creyentes ignoramos o hemos olvidado que la ira de Dios es una realidad de todos los tiempos. Hoy el apóstol Pablo a través de su carta a los cristianos romanos nos ayudará a comprender aun mejor esta realidad y las razones por las que Dios derrama su ira sobre los pecadores. Que esta verdad los lleve a contemplar la magnitud de la gracia y la misericordia de Dios que los libró de su ira a través de Cristo y sean impulsados a llevar vidas agradecidas mientras enseñan a otros esta verdad.
—Romanos 1.18-23; RVC:
“18La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad y maldad de quienes injustamente retienen la verdad. 19Para ellos, lo que de Dios se puede conocer es evidente, pues Dios se lo reveló; 20porque lo invisible de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, y pueden comprenderse por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. 21Pues a pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón se llenó de oscuridad. 22Aunque afirmaban que eran sabios, se hicieron necios, 23y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes de hombres mortales, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.”