Transmersión
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El ser humano, en su estado natural sin regeneración, sin Cristo, solo desea pecar, y para lograrlo busca las maneras más sofisticadas para hacerlo, incluso, si es religioso, interpreta a su conveniencia la doctrina de la salvación solo por gracia.
En el pasaje de hoy (6.1-14) el apóstol toma un buen tiempo para refutar la distorsión de su enseñanza a través del mandamiento del bautismo como un símbolo de nuestra identificación con Cristo en Su muerte y en su Su resurrección para llevar una vida santa.
El comentarista puritano Matthew Henry usa el término “transmersión” para representar la experiencia de un pecador al ser trasladado de un lugar a otro cuando pasa por el bautismo. Al emerger del agua y salir por el lado opuesto, se simboliza claramente la resurrección a una nueva vida (v. 4b). Es como un «paso a través del mar Rojo de la sangre de Cristo»: Del Egipto de la servidumbre del pecado, pasamos así a un peregrinaje por la vida, antes de entrar en la celestial Tierra Prometida. A causa de este «pasar de un lado a otro», esto es transmersión.[1] Pasar de estar muertos en pecado a estar vivos en Cristo para una vida santa.
[1] Matthew Henry y Francisco Lacueva, Comentario Bı́blico de Matthew Henry (08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1999), 1579–1580.
—Romanos 6.1-14; NBLA:
“1¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? 2¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3¿O no saben ustedes que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte? 4Por tanto, hemos sido sepultados con Él por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. 5Porque si hemos sido unidos a Cristo en la semejanza de Su muerte, ciertamente lo seremos también en la semejanza de Su resurrección. 6Sabemos esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Cristo, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; 7porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado. 8Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él, 9sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre Él. 10Porque en cuanto a que Él murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero en cuanto Él vive, vive para Dios. 11Así también ustedes, considérense muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. 12Por tanto, no reine el pecado en su cuerpo mortal para que ustedes no obedezcan a sus lujurias; 13ni presenten los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino preséntense ustedes mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y sus miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14Porque el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, pues no están bajo la ley sino bajo la gracia.”